Sesión 1
Buscamos tripulación
Jueves 15 de marzo a las 16,00h
A las 15,50 empezaron a llegar los primeros alumnos y alumnas. Poco a poco el corrillo se iba formando en el patio delantero de nuestro centro, mientras tanto, Juan Sebastián Elcano y Fernando de Magallanes atusaban sus relucientes capas para darse a conocer a su nueva tripulación.
Las primeras caras fueron de asombro, tanto padres como alumnos no sabían muy bien aún cuál era nuestro papel. Tras una breve explicación a los padres, procedimos a entrar con nuestros tripulantes al aula donde empezaría la aventura.
Todo debía empezar con una ronda de presentaciones. En primer lugar, mi compañera Alba (Fernando de Magallanes) y yo (Juan Sebastián Elcano), empezamos a presentarnos cual personajes de la época, denotando nuestra rivalidad de forma teatral, explicándoles que debíamos partir en cinco naos (Victoria, Santiago, Trinidad, San Antonio y Concepción). A algunos de ellos les sonaban esos nombres, o sabían un poco de aquello que les estábamos contando, pero todos participaban de forma activa en aquella mini representación que mi compañera y yo llevábamos a cabo.
En segundo lugar, comenzaron las presentaciones de nuestros futuros navegantes, esta consistía en decir sus nombres y sus capacidades. En este caso, nuestro papel era buscarles su funcionalidad en el desarrollo del programa, de esta manera empezaba la plena inclusión de todos ellos, ya que en un navío se necesitan desde cocineros y cocineras, a cartógrafos e historiadores; además de necesitar a otros cuatro capitanes de barco.
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De esta ronda de presentaciones sacamos a nuestros capitanes: Fernando de Magallanes, Juan de Cartagena, Gaspar de Quesada, Luis Mendoza y Juan Serrano, también a nuestro historiador Antonio Pigaffeta que será el encargado de escribir nuestra historia y su ayudante;así como otros personajes igual de importantes para el desarrollo de nuestra peculiar “travesía”. A cada uno de nuestros intrépidos marinos les obsequiamos con un cuaderno de abordo, donde poder recoger todas las experiencias, impresiones, datos de interés y sensaciones, que cada uno experimente de forma libre, siendo ellos los constructores de su propio conocimiento.
Ya nos conocemos todos, cada capitán ahora debe elegir a sus compañeros de viaje, ya que vamos a empezar una gymkana en la que irán descubriendo prueba a prueba, el desarrollo del viaje real que en su día comenzó Magallanes y que duró casi tres años en busca de las Islas Molucas y las ansiadas especias.
COMIENZA LA GYMKANA
La primera prueba ubicada en el “Castillo de Valladolid” consistió en la elaboración de un escudo que nos represente a lo largo de nuestra travesía. Para ello, cada alumno y alumna, tenía materiales para elaborar su escudo libremente. Una vez realizado, recibimos la visita del rey Carlos I de España, que junto al resto de la tripulación, decidieron democráticamente cuál era el escudo que más nos representaba, siendo elegido el de nuestra tripulante María.
Gracias al trabajo de todos los marineros, conseguimos la aprobación del rey para adentrarnos en los diferentes océanos, además de la concesión de cinco naos para dicha expedición: La primera circunnavegación de la Tierra.
La segunda prueba nos llevó hasta Tenerife, donde aprovechamos para recoger víveres y crear nuestras propias brújulas. Aunque pocas fueron las que marcaron bien el norte, creemos que tenemos suficiente para adentrarnos en los mares.
Y con las brújulas defectuosas, al igual que nuestro guía Magallanes, entramos en la tercera prueba, un supuesto mar de agua dulce. Menos mal que nuestro paladar nos ayudó a descubrir que más que un mar... era el Río de la Plata.
En la cuarta prueba fue cuando la tripulación entra en el puerto de San Julián, situado en Argentina, inmersos en un frío invierno donde el agua parecía hielo. Ante esta dificultad Magallanes tuvo un momento de lucidez y decidió acampar y aprovecharse de las riquezas de aquel paraje. Con unas cañas especiales llenaron botas de ricos y coloridos peces.
En América del Sur conocieron nuevas especies, una de ellas era una especie de ave que no volaba y que andaba de una forma peculiar. Aburridos y cansados de tanto viaje, en la quinta prueba nuestros tripulantes deciden hacer una carrera imitando a estos singulares animales que hoy conocemos como pingüinos, que les sirvió para divertirse y coger fuerzas para seguir avanzando.
Los tripulantes, cada vez más y más cansados de las locuras y extravagancias del capitán, se amotinan contra él. Estaban hambrientos, desesperados, se sentían engañados, el tiempo pasaba y no paraban de ver agua. Para esta sexta prueba dividimos las “naos” en las que apoyaban a Magallanes (Trinidad y Victoria) y las que apoyaban a Juan de Cartagena (San Antonio, Concepción y Santiago), haciendo una “guerra” de bolas de papel, para hacerla aún más realista, Elcano mientras luchaban iba convenciendo a los tripulantes a volver a confiar en Magallanes. En este punto de la aventura sufrimos dos bajas: Gaspar de Quesada y Juan de Cartagena.
Al confiar en Magallanes, la nao Santiago se adentró en una violentísima tormenta provocando que encallara en una playa de rocas, aunque sus tripulantes consiguieron salvar la vida, repartiéndose en el resto de las naos. Una vez todos reorganizados en las distintas naves prosiguieron su camino hacia el “Mar Pacífico”. durante este viaje fueron muchos los problemas y complicaciones que surgieron, entre ellos apareció el escorbuto, una grave enfermedad que afectaba a las encías y lengua de aquellos que se intoxicaban comiendo alimentos pudrientos. Esta séptima prueba les obligaba a hablar como si tuvieran la lengua hinchada por el escorbuto, y que sus compañeros interpretasen el mensaje que sus capitanes tenían para ellos.
Con las malas condiciones en las que se encontraban a estas alturas de la expedición y el miedo a no volver a casa, la nao San Antonio abandona la travesía propuesta por Magallanes y emprende camino de vuelta a Sevilla. El resto, valientes y esperanzados, se adentran en unas islas, hasta entonces desconocidas, y que hoy sabemos que son Filipinas. Por sorpresa, al llegar allí uno de los tripulantes, Enrique, sirviente de Magallanes, conocía la lengua nativa de aquellos indígenas, pudiendo así descifrar la octava prueba de esta gymkana. Magallanes y un gran número de marineros mueren en una confrontación contra el poblado Lapu-Lapu.
Tras la muerte de Fernando de Magallanes, Elcano coge el timón de la expedición y siguiendo los planos del fallecido, atracan en unas paradisíacas islas. Habían conseguido su objetivo, ¡habían llegado a las Islas Molucas! y por consiguiente, habían encontrado las preciadas especias por las que en su día partieron. Por ello en esta última prueba, nuestra tripulación hizo una degustación de algunas de esas especias, como nuez moscada, clavo de olor, azafrán, pimienta, canela, etc.
Para terminar y ver las primeras impresiones y sensaciones de nuestros aventureros, hicimos una breve puesta en común dónde ellos nos dieron sus opiniones personales sobre lo que habían vivido durante estas primeras tres horas de nuestra “propia circunnavegación”.